CIRQUE DU SOLEIL

Monday, May 08, 2006

Vivir el mundo saltimbanco


"Saltimbanco." Espectáculo del Cirque du Soleil. Director artístico: Franco Dragone. Iluminación: Luc Lafortune. Escenógrafo: Michel Crête. Compositor: René Dupéré. Sonido: François Bergeron. Coreógrafa: Debra Brown. Vestuario: Dominique Lemieux. Costanera Sur, España 2230. Martes y miércoles, a las 20; jueves, a las 21; viernes y sábados, a las 17 y a las 21; domingos, a las 15 y a las 19. Entradas, desde $ 90. Hasta el 11 de junio, por Ticketek, 5237-7200. Duración: dos horas y media. Nuestra opinión: muy bueno

Debería haber un cartel que recomendara a los espectadores de "Saltimbanco" hacer ejercicios de respiración antes de que empiece la función, los mismos que cada tanto practica el payaso que compone Amo Gulinello para lograr cierta relajación. Es que se ha dicho tanto, se ha escrito tanto sobre el Cirque du Soleil y la excelencia de sus espectáculos, que sólo se espera la maravilla, y no está mal que se espere, pero el estado ideal para recibir lo que viene debería parecerse más a una contemplación distendida que disponga, incluso, a que la perfección no sea lo mejor que pueda ocurrir.

"Saltimbanco" comienza con una invasión de originales payasos que toman la platea por asalto, corren, les roban los asientos a los espectadores, los engatusan, les sacan la ropa y los celulares. Ahí se toma cabal conciencia de que esto es un circo. Es cierto que hay una carpa, pero la ausencia de animales, la presencia en la pista central no ya de arena, sino de un espectacular piso con colorido diseño, hace olvidar, por momentos, eso que uno está por ver. Pero es un segundo; la presencia de los payasos es decisiva para crear el clima necesario para ver un show que se vale del cambio de climas, de tonos y texturas para contar un cuento.

Si bien no había programa de mano (detalle imperdonable, si se tiene en cuenta la superproducción que había hasta para vender pochoclo) que brindara algún dato de por dónde iba la historia, ya muchos artículos periodísticos habían dado cuenta de lo que figura en la página web del Cirque du Soleil. Allí se habla de que "Saltimbanco" quiere ser una celebración de la vida, un antídoto contra la violencia y una visión optimista y desbordante de la vida urbana.

Así, en el primer número, "Adagio", aparece la familia que conforman los acróbatas Andriy Vintilov, Maxsim Vintilov y Oxsana Vintilova (hijo, padre y madre) que dan pie a lo que será el discurrir aventurero de un niño que crecerá en un mundo de adultos y que con la ayuda de su imaginación, su humor y la condición de niño eterno -las mejores características del mundo saltimbanco-, le podrá hacer frente a los más negros personajes.

"Adagio" es la carta de presentación de Cirque du Soleil: precisión, destreza, belleza y poesía a través de la imagen y la música. Están todos los elementos en lo que se basó el Cirque para plasmar lo que se conoció, a partir de ellos, como Nuevo Circo. Luego llegó el número de "Los mástiles chinos" en el que 16 acróbatas reptan, saltan, trepan, dibujan sobre cuatro palos chinos como si utilizaran la fuerza de gravedad a favor. Crean imágenes de suma plasticidad que aparecen sin esfuerzo alguno.

Mundos imaginarios

Después de tanta poesía, se necesita una ayuda para cambiar el clima y aparece Amo Gulinello, el payaso con alma de niño que con la ayuda de los sonidos que produce con su propia boca crea los más increíbles y delirantes mundos imaginarios. En una de sus apariciones logra que uno de los espectadores casi le robe el protagonismo. Son varios los personajes que entran entre número y número, o también crean el propio, para aflojar tensiones, subas de adrenalina o, en algún momento, despabilar de cierto letargo.

En el mismo tono estaba el Soñador, personaje mitad hombre, mitad ratón que interpreta Olivier Lefébure con simpatía y destreza o el Jefe de Pista, James Clowney.

No todos los números tienen el mismo nivel de atracción. Unos se pueden mirar con demasiada tranquilidad y otros se sufren o disfrutan con el cuerpo. Entre esos está el número de la malabarista Maria Markova, simple en su desarrollo, pero magnético por el carisma y la destreza de la intérprete; el del columpio ruso en el que más de 20 acróbatas se balancean, vuelan, giran y caen de mil maneras diferentes. Impactante también es el de los hermanos forzudos Daniel y Jacek Gutszmit y, casi infartante el de las mellizas Tatyana y Svetlana Senchihina sobre el trapecio. Y de una belleza pasmosa, el número de los hombres pájaro que hacen cierta clase de bungee jumping .

Un comentario aparte merece la única argentina del multinacional elenco, Adriana Pegueroles, que además de oficiar de presentadora del show tiene la responsabilidad del número de las boleadoras. Es muy raro escuchar un sonido tan conocido como el del zapateo contra un piso de madera junto al golpe de la boleadora, en este caso de bronce, en un contexto tan poco gauchesco. Igual es sumamente atractivo.

Cierto desequilibrio se puede apreciar entre la primera y la segunda parte. Luego del intermedio, un clima festivo y también uno más tenso a fuerza de adrenalina y nervio, se hace más evidente, cosa que logra que el público se prepare para un final casi explosivo, pero pone en evidencia cierto tiempo dilatado en el primer segmento.

La música, interpretada en vivo, da el relieve justo a un espectáculo que logra que el público busque dentro de sí eso de niño que seguramente lo lleva a ver "Saltimbanco".


Verónica Pagés


LaNacion

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